miércoles, 16 de julio de 2008

JAIME GARZON FORERO


(Bogotá, 24 de octubre de 1960 — 13 de agosto de 1999) fue un periodista y satirista colombiano.

Muy travieso en su época escolar, pronto en su juventud estudió en la Universidad Nacional de Colombia como abogado. A los 20 años, en su tránsito del colegio a la universidad militó brevemente en una red de colaboradores urbanos del ELN, junto al periodista Hernando Corral entre otros, para luego desencantarse de dicha organización y proceder a pedir la baja de la misma. No se conoce que haya participado en combates u otros actos delictivos violentos.

Pese a ello, Garzón nunca abandonó sus ideas de hacer de Colombia un país justo y en paz. En 1986, fue alcalde menor de la actual localidad de Usme, en Bogotá. Pero un año después, fue destituido por el alcalde mayor de esa época, Andrés Pastrana Arango, debido a sus diferencias con él y a sus monerías de imitación de personajes, esto último, fue lo que le dio acceso al mundo del humorismo.

Entre 1990 y 1994 también trabajó en la Casa de Nariño durante la presidencia de César Gaviria.

TRABAJO EN TELEVICION

Trabajó en varias parodias televisivas, haciéndose famoso con el programa Zoociedad (con Elvia Lucía Dávila) (1991-1992), el cual se burlaba de la sociedad materialista y de la política. Luego trabajó, junto con el actor colombiano Diego León Hoyos (en el papel de María Leona Santodomingo) en el programa ¡Quac! El noticero (1995-1997); fue en esa época cuando creó la mayoría de sus personajes que, con el tiempo, se ganaron el aprecio del público pero no el de los políticos, quienes lo trataron primero con indiferencia y luego con desprecio.

También trabajó en Lechuza (del Canal Caracol) y en CM& con su último personaje célebre, Heriberto de la Calle, un embolador que entrevistaba a diversos personajes célebres; este personaje duró en la pantalla cerca de dos años.

En el campo político estuvo en los acercamientos de paz de 1999, año en que precisamente fue asesinado (probablemente por las derechistas AUC) cuando se dirigía a la emisora Radionet para presentar su programa de la mañana.

ASESINATO

El 13 de agosto de 1999, Garzón fue asesinado, supuestamente por las AUC, organización paramilitar ultraderechista, después de haber sido declarado blanco militar por ésta. Carlos Castaño, líder de las AUC, fue condenado in absentia por el asesinato de Garzón a 38 años de cárcel.

Según el juez Julio Roberto Ballén Silva, las AUC habrían reaccionado contra su participación en las negociaciones para la liberación de secuestrados de la guerrilla por parte de sus familiares. Aparentemente Castaño había intentado contactarlo para programar una reunión al día siguiente de su asesinato, por lo que se especula que la reunión era una trampa.

A siete años de su asesinato, periódicos del alta circulación en Colombia han publicado artículos cuestionando el proceso de investigación de su muerte, pues a tal fecha, no hay ningún detenido y el único acusado y condenado es Carlos Castaño, quien, en caso de seguir con vida, aún no ha podido ser capturado.

Al día siguiente de su asesinato, se efectuó el funeral en Bogotá, provocando un acompañamiento masivo de admiradores que lamentaban su asesinato, colapsando las principales arterias viales de la capital de Colombia.

Su restaurante favorito era El Patio, en la Macarena. Hoy en día hay un plato en su nombre y artículos y fotografías pueden verse en la pared.

UN ADIÓS DE CARNAVAL

Durante tres años, de 1995 a 1997, fui el guionista y director periodístico de Quac, el noticero, parodia semanal de un noticiero que tuvo una de las mayores audiencias entre los programas de opinión en toda la historia de la televisión colombiana. Jaime Garzón era el protagonista. Semana tras semana, vivimos hombro a hombro esta experiencia profesional y personal. ¡Nunca nos divertimos tanto! Pero, simultáneamente, logramos criticar las estructuras presentes y pasadas del poder en el país, hasta el punto de influenciar muy seriamente la opinión y, de contera, el poder.

Quince días después del asesinato de Garzón tuve que irme de Colombia, donde me habían amenazado reiteradamente. Hoy en Francia, he sentido la necesidad de contar la historia de mi amigo y compañero, una historia que no es sólo la suya o la de nuestras criaturas sino, al mismo tiempo, una mirada sobre los acontecimientos que han marcado los últimos años de la historia colombiana.

Cuando el 13 de agosto cinco tiros en la cabeza acabaron con su vida, Jaime Garzón tenía 38 años. Su corta vida estuvo marcada desde los ocho años por un impulso tanático y autodestructivo originado por la temprana muerte de su padre. Desde muy joven, Garzón les expresaba recurrentemente a sus amigos que deseaba morir, como su padre, a los 38 años. Desde entonces la vida de Jaime transcurrió, en lo privado y en lo público, paralelamente a la violencia colombiana. ¿Ese tanatos nacional, que ha signado al país desde siempre, también regía el destino de Garzón?

Jaime criticó el poder, símbolo del padre autoritario que nunca tuvo. Y lo criticó no sólo para ejercer el derecho a la irreverencia sino, precisamente, para parecerse a él. Al padre, al poder, al éxito. Ese álter ego del padre ausente lo acogió, le dio triunfos y una identidad. Pero el poder, en una simbiosis tragicómica, finalmente se devolvió contra él. Buscando al padre ausente, Jaime encontró el poder, pero en él encontró también la muerte. Tal vez el bufón creyó formar parte de una corte que siempre lo vio ajeno e inconveniente. Tal vez el bufón se equivocó...

Jaime Garzón nació en 1961 en un tradicional sector de clase media baja de Bogotá y vivió sus primeros años en La Perseverancia, barrio de obreros y empleados. Su padre y su madre, de tradición liberal, como tantos otros colombianos impulsados por la violencia de los años cincuenta, habían migrado hacia la capital. Curiosamente, su madre le enseñó a leer y a escribir a los tres años, lo cual le permitió a Jaime —amén de su sobresaliente inteligencia— pasar por encima de los estudios y los deberes con una displicencia propia de los talentosos. Desde cuando asistía a la escuela pública ya era conocido por ser un niño circunspecto, a veces silencioso, pero capaz de sobreponerse a su timidez para sorprender a todos con anécdotas, chistes e imitaciones que poco a poco lo hicieron conocido en su pequeño mundo. Sin embargo, tanto en la casa como en la escuela fue asumido como una «oveja negra» por su independencia, a tal punto que sus profesores de la escuela primaria, de espaldas a los alumnos, y al escuchar cualquier desorden en el aula, simplemente decían: «Garzón, ¡se sale!»

A pesar de su natural rebeldía pero signado por una educación católica, Jaime ingresó después a un seminario, donde aprendió rigores y disciplinas. No fue larga su etapa mística, interrumpida por un rector que lo expulsó del seminario al ver en él precisamente lo que era: una oveja descarriada. Entonces Jaime trasegó por diversos colegios de la ciudad, hasta toparse con un grado de bachiller non sancto. Eran tiempos de cambio y de latinoamericanismo de izquierda, pero también las últimas volutas de la mariguana del hippismo estaban en el aire. Jaime militó en el pelo largo, el rock and roll, la paz y el amor. Pero simultáneamente encontró a los personajes que entonces pululaban en los bares y en las universidades públicas, con el Libro rojo de Mao y el Manifiesto comunista debajo del brazo.

Fue así como decidió ingresar a la Universidad Nacional de Bogotá con el propósito de ser abogado. Sus intenciones políticas personales le decían que los abogados se convertían en presidentes de Colombia, pese a que los jóvenes de entonces apreciaban más todo tipo de actos y teorías antiestablecimiento que las leyes mismas. Garzón pretendió ser un abogado dedicado a la causa de los pobres, pretensión que, junto con su educación cristiana y su fallida vocación sacerdotal, lo condujo a ser militante del Ejército de Liberación Nacional, la guerrilla guevarista impregnada por el marxismo cristiano y la Teología de la Liberación, dirigida por curas rebeldes y embudo generacional por el cual se fue a las montañas buena parte de la izquierda colombiana de la época

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